Capitulo 11: Dispuesto


Su madre lo llamó a la puerta para que desayunara algo antes de ir a la escuela, con pesadez se levantó y se alistó. Caminó con tranquilidad y paz hasta que llegó al establecimiento, Matt lo saludó con una sonrisa amplia. Mientras que a lo lejos una mirada penetrante lo observaba, era Greg quien solo quería ir hasta Jake.

Estaba de buen humor, luego de dos semanas se sentía por fin él mismo. No debía rendirle cuentas a nadie ni le importaba lo que dijesen de él. Encontrar su yo interior lo tenía en paz, se sentía fuerte.


- Déjame hablar contigo… - Dijo el pelinegro acercándose a la mesa donde Matt y el otro almorzaban

- Entonces te dejo – Se burló divertido Jake

- A solas

- De acuerdo… Que serio. Nos vemos luego Matt

- Nos vemos… Pórtate bien – Le advirtió el rubio con una sonrisa


El pelinegro lo arrastró hasta la terraza y una vez allí comenzó a besarle su cuello


- ¿Qué haces?

- Te extraño… - susurró el pelinegro con los labios pegados a la piel de Jake

- Escucha… No puedo hacer esto

- ¿Por qué? ¿Te da vergüenza hacerlo aquí en la azotea?

- No es eso. Estoy enamorado de alguien

- ¿Qué? ¿De quién? – dijo algo agresivo y alejándose un poco

- Es un hombre mayor que nosotros… Le gusto... y quiero algo serio con él. Así que no puedo estar contigo, Greg

- ¿Me estas jodiendo? – sonrió santurrón

- No… él realmente me gusta. Lo siento, Greg

- Eres una perra – murmuró mirando al suelo – Me usaste para tener sexo… seguro estabas caliente con ese tipo. Creíste que era un tipo fácil y me usaste

- No es así. Deja de decir esas cosas. No te usé, me acosté contigo porque me resultaste atractivo. Eres un chico sexy ¿Sabes?

- Cierra la boca. No tengo por qué escuchar cumplidos de una perra como tú. Debí haberlo sabido, eras una mosquita muerta. Un come hombres. Eres despreciable

- No tienes derecho a decirme esas cosas. ¿O a caso olvidas quien sostuvo mi cabeza cuanto me metían un pene en mi boca contra mi completa voluntad? ¿Ya lo olvidaste? ¿Olvidaste que tu mejor amigo se corrió en mi boca? De seguro te calentaste cuando me viste tragar todo ese sucio semen. Por eso me perseguiste

- ¡Cállate! ¡cierra tu maldita boca! – su puño golpeó la cara de Jake haciendo que este escupa sangre – Lo hice por culpa… Podría haberte defendido de ese idiota de Max – Murmuró dejando caer unas lágrimas – Realmente me gustas Jake… Parecías ser un pobre chico pero me mostraste ser alguien vivaz y desafiante… por eso me enamoré…

- Lo siento… Perdóname, Greg… - El muchacho miró al otro y secó sus lagrimas, besó sus temblantes labios con los suyos cubiertos de sangre – No buscaba que te enamoraras… Perdóname…

- Eres un idiota – Susurró abrazándose al otro con fuerza, no quería dejarlo ir.


Le gustaba, era alguien distinto a lo que había conocido y estaba enamorado. Dolía amar y ser amado, ambos aprendieron eso. Debían crecer de eso se trataba la vida.


***
El despertador sonó haciendo vibrar el tímpano del hombre que permanecía acostado en su somier con sus ojos abiertos. No había podido dormir bien durante la noche, luego de ese llamado telefónico. El niño lo había tomado por sorpresa. Se duchó y eso le tomó más de lo normal. Sus ojos enmarcados en unas suaves ojeras, resaltando así sus ojos verdes. Cubrió su cuerpo con ropa limpia y pasó a prepararse un poco de café. Esa mañana se quedaría en casa no trabajaba y eso le dejaba tiempo para trabajar en su tesis. Deseaba poder obtener una vacante en licenciatura en psicología adolescente y por eso trabajaba duro cuando se trataba de jóvenes. Entendía que los chicos a esa edad necesitan de una persona adulta que les inspire confianza y no que les imponga un deber quieran o no.


- Buenas tardes, Patricia.

- Buenas tardes, Doctor… Luce muy cansado ¿Durmió bien?

- Estuve trabajando en mi tesis, y creo que se me fue el sentido del tiempo – esbozó una sonrisa forzada. Estaba cansado y ya había tomado energizantes y cafés para poder trabajar  – ¿Uriel está en camino?

- Llamó su padre diciendo que llegarán un poco tarde… pero llegarán

- En cuanto llegue hazlo pasar…

- Sí, doctor


En cuanto el muchacho Uriel se fue, entró una chica, y luego otros dos. La tarde se le fue en esas sesiones. Patricia se despidió y luego él dejó el despacho como siempre lo hacía apagando las luces y cerrando puertas. Se masajeó la sien estando en el ascensor. Iría a dormir y solo eso. Salió del edificio buscando con torpeza las lleves del auto en sus bolsillos.


- Te ves cansado… - dijo un muchacho sentado en el capo de su auto

- Jake… ¿Qué haces aquí?

- Vine a traerte algo… - le extendió una bolsa café algo grande

- ¿Qué es?

- Una tarta de chocolate y café

- ¿Para mí? No deberías hacer ese tipo de gastos…

- No hay problema… Es para usted… Bueno… Me voy a mi casa… Adiós

- ¡No! – Carraspeó y trato de mantener la calma - ¿Quieres venir conmigo?


Sonreírle era lo único que pudo hacer ante la propuesta del mayor. Ambos se sentían algo incómodos camino al departamento del doctor, pero el mayor trató de iniciar una conversación para que no sea tan evidente esa atmosfera tan rara entre ellos.


- ¿Qué tienes en la cara? – Indagó el doctor dejando las llaves en la mesada

- Tuve unas diferencias con alguien… No es nada

- ¿Te pusiste hielo? Déjame traerte hielo… siéntate en el sillón – mientras buscaba algo de hielo en la nevera y lo ponía en un trapo, el menor se sacó la chaqueta y se sentó.

- Es un lindo depa…

- Lo suficiente para pasar el rato estudiando – Le sonrió sentándose junto a él – Te lo limpiaste… bien – Le puso el trapo en la mejilla

- Gracias

- Dime cómo fue que pasó

- Un chico… estaba enojado conmigo porque le dije algo feo. Admito que no debería habérselo dicho

- ¿Qué le dijiste?

- Que ya no quería estar con él… le gusto… y me golpeó

- Eso es muy posesivo de su parte – Dejo salir un suspiro – ¿Te molesta si fumo?

- No, es tu casa… haz lo que quieras


El mayor preparó café y se volvió a sentar junto al menor. En cuanto Valo probó un sorbo de su bebida el menor habló.


- Tuve sexo con él 


El doctor escupió el café y se ahogo con él. Tocia mientras trataba de recuperar el aire


- Perdón – Dijo avergonzado y miro al chico quien lo observaba con una sonrisa de satisfacción - ¿De qué te ríes?

- Eres muy lindo… dije que estaba enamorado, por eso me golpeó. Creo que mi amor es platónico ¿Eso es triste no te parece?

- Creo que tienes doble personalidad. De otra forma dudo que sea posible de que seas tan bonito y tan perturbador a la vez.

- Qué bien… tendré más sesiones con el doctor Finnish – se sonrió y tomó de su taza

- Deja eso… - Le arrebató la taza de las manos del menor – ¿Por qué crees que tu amor es platónico?

- Parece que jamás podre tenerlo por más que lo intente

- Deja de intentar… me tienes aquí a tu merced. ¿Qué quieres hacerme?

- Quiero… - el menor sonrió ampliamente – Quiero que me hagas el amor… ¿Te crees capaz, doctor Finnish?

- Estoy en mi límite, Jake. Claro que puedo hacerlo.


Era claro que ambos estaban dispuestos a luchar contra todo lo que los rodeaba. Lo demás importaba poco, sólo ellos en ese sillón color negro rodeados con el olor a café recién hecho. El doctor estaba dispuesto a desoír a su ética y moral, y a todas esas objeciones y trabas que se había estado poniendo a sí mismo con tal de alejar el deseo de tocar y apreciar a ese muchacho de ojos azules. 



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