Así como la primera vez se lanzó en búsqueda de sus tiernos labios quienes lo recibieron gustosos. Apoderándose de su cavidad bucal el menor lo hizo rugir algo entre ambos labios, el doctor tomándolo con sus frías manos lo obligó a acercarse más a él. Sus manos amplias se esparcieron por aquella joven y fina espalda, mientras que Jake succionaba de sus labios el más delicioso sabor a café que jamás había conocido.
- Espera… - dijo apartando su cara – Esto va contra toda moral y ética – Rió
- Espera… - dijo apartando su cara – Esto va contra toda moral y ética – Rió
- ¿Y a quien le importa? – lo besó con suavidad
- A mí me importa… A demás eres menor de edad
- ¿Y me dejarás así?
- Eres tan lindo… Creo que te diagnosticaré trastorno de personalidad…
Se apiado de esa fresca boca haciendo que gimiera por su urgencia y pasión. Recostándolo sobre el sillón, pero no sin antes desabotonar el uniforme del menor, regó cálidos besos por el cuerpo adolecente esas sensaciones eran algo que ninguna colegiala habría podido lograr aunque lo intentara. Se notaba que el doctor tenía experiencia en todo esto, y el menor no sabía que esperar si esto era sólo el calentamiento. La sutileza de esas manos profesionales acariciando los pezones y los muslos hacia que al joven se le erizara la piel y que gimiese por más. Su lengua pasó por su ombligo y jugó con los vellos en el níveo vientre bajo del menor. Sentía su cálida respiración en esa zona tan sensible, y sólo quería que se apresurara.
- Sigue siendo contra la ética de lo que hago… - Ronroneó con su grave voz
- ¿Eso importa?
- Claro que importa… - sonó serio
- Pero…
- Discúlpame
El pequeño sintió el otro cuerpo lejos, se había sentado con las piernas ajenas en su regazo. Se puso a arreglarle el pantalón, como si de un niño pequeño se tratase y lo obligó a sentarse para abotonarle la camisa.
- ¿Es enserio? – dijo el menor y sin querer sonó desesperado
- Es contra toda ética y es ilegal, Jake. Además no te podría hacer algo como eso a ti. Me aproveché de mi lugar como adulto y profesional médico que soy, estoy para ayudarte no para… eso – Abotonó el ultimo botón del uniforme y se propuso a anudarle la corbata
- Nadie tiene por qué enterase de eso… - Mientras observaba sus manos anudarle la corbata
- La otra vez que hablamos por teléfono te hable del instinto – sus manos se alejaron del joven y lo obligó a mirarlo a los ojos – Me dejé llevar por los instintos, Jake. Y quiero que sepas disculpar mi comportamiento tan poco profesional. Discúlpame
- No lo disculpo – se levantó de golpe
- ¿Cómo?
- Que no acepto sus disculpas. Doctor… Se está disculpando por algo por lo que no me sentí para nada ofendido.
- Jake… Lo que sientes no es más que un sentimiento superficial… - Se rió
- No me puede decir lo que siento… si ni siquiera yo sé qué es. Ese chico Matt… Fui a su casa y su hermano lo descubrió con su cara en mi ingle… Greg, lo besé y sentí deseo de provocar algo de ese instinto que yo siento que apenas puedo controlar. Y esos idiotas… Y mi madre… Y el hecho de que mi abuela me recuerde cada vez menos… Usted dice que es un profesional médico… pues yo soy un profesional siendo un completo perdedor.
- No te digas eso. Deberías amarte, eres un chico grandioso y todo lo que te ha sucedido no debe hacerte creer que el culpable eres tú. A veces cosas malas le pasan a la gente buena, y tú eres bueno. Ámate por sobre todas las cosas. He notado que este muy delgado – Caminó hacia el menor posando sus manos sobre esos lozanos hombros – Deberías comer. ¿Lo Haces? ¿O te odias tanto que te estás dejando morir de esa manera? Niño tonto – sus ojos, su voz, su sonrisa
- No es que no quiera morir… pero vivir no es algo que realmente deseo con tantas ganas.
- ¿Estás cansado de vivir?
- Tal vez… digamos que no me interesa. Soy un perdedor
- No eres un perdedor… tu no perdiste nada, la vida no la perdiste. Puedo ver en tus ojos que no perdiste ante la vida.
- ¿Qué ves entonces?
- Veo un chico empezando a vivir como quien realmente es. Si quieres salir con hombres, hazlo. Yo te apoyaré. Quiero que entiendas que no necesitas negar ni esconder nada de lo que eres. Así que no seas torpe, niño – le depositó un delicado beso sobre la frente y a pesar del flequillo el menor sintió el calor de su persona
- Di torpe de nuevo – le pidió sonriendo
- Torpe – susurró a su oído, la ‘r’ hiso eco en su tímpano
Lo abrazo hundiéndose en su pecho cálido, el mayor correspondió poniendo sus brazos alrededor de su paciente. Era como veinte centímetros más alto que el menor, delgado y esbelto. Olía a adulto, se veía como uno y hablaba como uno, pero no se sentía que fuese uno.
- Debo irme, Jake…
- No – murmuró aún con su cara en su aplanado pecho
- Eres tan lindo… - Susurró apartándolo de su lado – Tengo que irme – acomodándose la ropa
- ¿Sabes? Me gusta tu acento. Esa forma en la que enfatizas cada ‘r’… realmente me gusta… - Admitió Jake, no se sentía avergonzado hasta se sorprendió de si mismo lo impulsivo que podía ser
- Te espero la próxima semana en mi consultorio, Jake – Sonrió de lado, tratando de ocultar su mirada entre unas ondas castañas que rozaban su frente
- Y tienes una linda sonrisa – Siguió adulándolo
- Detente – Dijo poniéndose su saco de lana – Se buen chico, Jake… - lo miró a los ojos pero rápidamente desvió su cara y con una palmada en el hombro de su paciente se fue del departamento dejándolo solo y completamente extasiado por su aroma.
- Puta madre – Susurró el muchacho humedeciéndose los labios recolectando cualquier rastro suyo en su boca.
Aun podía sentir aquellas ágiles manos frías acariciar su pecho e incluso apretar sus muslos, deseaba su calor, su lengua dentro de su boca y su voz ronroneando entre sus labios. Lo odiaba miserablemente por haberle rechazado de tal manera, lo deseaba. Necesitaba saber que se sentía ser mas intimo con él. Estaba tan frustrado. Tenía tanta ira, jamás en la vida se había sentido así.
- ¿Profesional? ¿Poco ético? ¿Moral? ¡A la mierda! – Bufó azotando la puerta de su cuarto – No soy un puto niño. Puta madre – se dejó caer sobre la cama y pronto sus ojos se llenaron de lagrimas cargadas de frustración e ira – En mi puta vida había sido tan ofrecido, maldito doctor de mierda – Blasfemó apretando sus manos contra su sien - ¿Abusar por ser adulto y profesional? ¡A la mierda por poco y me ponía un moño en la cabeza, estúpido!
Lanzó un almohadón contra la pared y trató de parar sus lágrimas. Estaba comportándose como un niño, llorando y gimoteando por no tener lo que quería, un puto niño caprichoso. Se carcajeó un rato, se despreciaba ¿Cómo había llegado a comportarse de esa manera con el doctor? Vio su reflejo en el espejo desde la cama, era un asco. Sus ojos con lágrimas y ojeras, los cabellos desordenados y sus manos apretadas.
- Qué asco… - Murmuró mirándose a los ojos fijamente
Se estiró hasta la mesa de luz donde tenía unos collares que solía usar hace unos años, sacó uno y se paró frente al espejo. Se quitó la camisa cuidadosamente dejándola en el respaldo de la silla del escritorio, observó el colgante que había tomado y lo llevó a su estomago. Justo por debajo del ombligo presionó el objeto contra su piel provocando una cortada. Volvió a cortar el mismo lugar hasta que fuese lo suficientemente profundo para que su piel diera paso a un líquido color rojo, repitió esa acción varias veces. Había extrañado la sensación del filo de esa pequeña pieza de metal contra su piel. Esa sensación siempre le había dado cierta calma, ya que poniendo en evidencia el dolor en su piel sentía que el dolor, la furia y su idiotez se iba junto con la sangre que fluía.
Había dicho que era un profesional, y no lo dudaba, es un profesional al igual que él cuando se trata del odio auto infligido.
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