Dr. Finnish - Capítulo 15: 'Me Gustas'


Por la mañana Valo pasó por la clínica, así como lo había prometido la noche anterior. No se miraba en su mejor ánimo a pesar de que sus labios emitían esa sonrisa amable, Jake podía ver las señales de cansancio en los ojos de su doctor. Conocía su mirada había visto esos ojos verdes siendo sinceros con él y sabía a la perfección que la sonrisa era completamente forzada. Y no lo culpaba, él mismo fingía estar bien aunque le dolía y no podía moverse con facilidad. Habían sido muy crueles con él. No lograba sacarse de la mente los gemidos, los insultos y por sobre todo la humillación. Lo peor era que debía seguir reviviendo todo. Debía contar en detalle lo que le habían hecho a la policía para que actuara al respecto. Pero era difícil poder hablar a los hombres que estaban sentados frente a él con esos semblantes serios, con esos rostros desconocidos. Temía a ser juzgado como un homosexual depravado y no había palabra que saliese de su boca.


Su madre entró para hablar con él junto con la detective, quien se hizo cargo del caso del chico. Pensaron que tal vez ya no confiaba en los hombres así que las mujeres se sentaron mientras él se mantenía en silencio.


- ¿Jake? Soy la detective Ruth Skinner. Estoy a cargo de tu caso. Sólo necesito que me expliques qué sucedió anoche. Puedes confiar en mí – Agregó al no tener respuestas del menor.

- Jake… Hijo, dile. Si quieres que esos chicos paguen, dile a la detective lo que pasó

- Ya lo dije anoche – murmuró mirando el techo al techo a esa lámpara blanca que iluminaba ese cuarto vacío con sólo uno una mesa metálica amurada al suelo y cuatro sillas de metal que no eran nada cómodas

- Debo rectificarlo… además cuando hablaste estabas muy nervioso

- ¿Y cree que estoy mejor ahora? – dijo el chico reteniendo unas lágrimas.


Escondió la cara apoyando la frente sobre la mesa. Llamarón a la puerta y la detective salió a atender.


- ¿Quieres que me vaya? – Susurró su madre acercando su rostro al cuello de su hijo – Tienes que hablar, hijo – La puerta se abrió y su madre se alejó

- Señora, Jake… - La oficial entraba de vuelta – Creo que será mejor si su psicólogo hable con él antes ¿Les parece?


El chico le prestó atención a la detective por primera vez. Vio que era una mujer no muy vieja, que era rubia y se veía muy cansada.


- ¿Quieres ver a tu doctor? – Indagó la detective

- ¿Quieres, hijo? – Amanda

- Sí – Asintió irguiendo su espalda

- Vamos a mi oficina… Estarás más cómodo ahí – Sonrió la mujer


El chico se levantó y con un paso lento la siguió por un pasillo aturdido de ruido de teléfonos sonando y gente hablando que provenía de una recepción donde atendían a las denuncias. La detective abrió una puerta de madera pintada de blanco con el nombre de la oficial en una placa, el chico pasó y la mujer cerró la puerta tras él. Era un cuarto pequeño, había un sofá color azul bajo una ventana que daba al pasillo; lo que más ocupaba espacio era un escritorio de madera rojiza con una computadora, varias carpetas y adornos sobre ella. También había una estantería con cajas etiquetadas y más carpetas, tres sillas de metal hacían juego con la estantería de metal, no era un ambiente muy cálido.


- Siéntate, Jake – Lo invitó Valo al sofá


El menor se sentó y trató de acomodarse de forma que quedara mirando al doctor, tuvo que subir una pierna sobre el mueble luego apoyó su cabeza contra el mullido respaldo del sofá.


- Debes hablar con la detective – habló por fin el doctor si mirarlo, sólo miraba sus manos

- Mírame – Ordenó el menor. El mayor giró su cabeza dejándola apoyada contra el mueble azul – Te ves del asco – Se burló el chico estirando su brazo para acariciar la mejilla del otro quien sólo sonrió - ¿Qué te pasó?

- Estaba preocupado por ti – Admitió el doctor - ¿Por qué no quieres contarle a la detective?

- Yo…

- Dime por qué

- La perdí – bajó su mano y la posó sobre el brazo del mayor – Perdí mi dignidad. No es grato ser usado ¿sabes? – lo miró fijo

- Sé lo que es. Y por eso te pido que le cuentes a la mujer lo que pasó y quiénes fueron. Yo no voy a dejar que algo como eso vuelva a pasarte… Si alguien se atreve a tocarte sin tu consentimiento una vez más. Lo mataré – Su voz profunda y en su mirada triste había un deje de ira.

- ¿Y por qué harías eso?

- Creo que es obvio – Sonrió – Me gustas, niño torpe

- Usted… - Suspiró y apretó el brazo del mayor bajo su mano – Usted está fuera de sus cabales, doctor Finnish – Se burló

- Tú me tienes así – El terapeuta tomó la mano del chico entre las suyas, besó esa tibia mano con cariño – Estaré contigo y te cuidaré… Así que por favor, diles qué pasó

- De acuerdo – Contestó rápidamente dejando que unas lágrimas de un confuso sentimiento recorrieran su rostro


Estaba enamorado de ese hombre que comenzó siendo su psicólogo, ese quien lo ‘arreglaría’ para convertirlo en un mejor chico. Pero ahora era mucho más que eso. El doctor había aparecido en su vida como respuesta a un conflicto inconsciente que se llevaba a cabo dentro de su joven y torpe mente. Todos las decisiones mal o bien lo habían llevado hasta ese momento. Valo correspondió su amor con palabras.

Era un amor que le dolía, había sido doloroso llegar hasta eso. Pero le gustó oír eso de la boca que tanto le gustaba saborear, de la voz que tanto le gustaba escuchar, de la persona que amaba tanto. Sólo por él, sólo por Ville, Jake le contó a la detective acerca de lo que había padecido esa noche. Y apretando sus manos, también acusó a los tres que invadieron su casa y lo humillaron de manera cruel y sádica.


***


Valo los llevó al departamento, la puerta había sido arreglada por un cerrajero que él mismo había contratado.


- No… Déjeme devolverle el dinero – La madre del chico obligando al doctor a sentarse en el sofá del living

- No se moleste, Amanda

- ¡¿Cómo que no?! – Negando con la cabeza – Pagó la clínica y ahora esto…

- En realidad no es nada para mí. No cuesta demasiado – Valo

- ¿Mamá? – El chico abraza a su madre por detrás y apoya su mentón en el hombro de la mujer - ¿Por qué no preparas un poco de té? Hay unos brownies en el refri. Le agradeceremos con comida
¿Te parece?

- Bueno – La mujer se sonrió y miró al psicólogo – Se quedará a cenar. Le prepararé algo de mi
propia creación, para agradecerle

- Estaré encantado, Amanda – El mayor le respondió con una de sus conquistadoras sonrisas. Y la mujer se metió en la cocina cerrando la puerta

- No tiene remedio – Comentó el muchacho sacándose su campera y la bufanda – Ser madre soltera la volvió muy orgullosa

- Y esta en todo su derecho – Razonó Ville

- Tengo que ir al baño

- De… De acuerdo


Valo lo miró irse por una puerta que dejo abierta. El doctor se puso de pie y se quitó la ropa de abrigo ya que Amanda había encendido la calefacción.


- ¿Prefiere té negro, doctor? – Gritó la ama de casa desde la cocina con la puerta apenas abierta

- Sí, por favor –Le contestó con esa voz torpe que tanto le encantaba al chico


Estaba a punto de sentarse nuevamente cuando escuchó uno quejidos muy suaves. Con pasos silenciosos traspasó el umbral de la puerta por la que el chico había pasado hace unos momentos y lo vio sentado en el suelo con la espalda contra la puerta de su cuarto, abrazado a sus rodillas. Al verlo se le rompió el corazón, debía haberlo acompañado. Él sabía que tal vez no aguantaría pasar por ese lugar donde había sufrido tanto. Se culpó por no protegerlo.


Suspiró y se arrodilló frente al chico quien lo miró con ojos y rostro llenos de lágrimas.


- Ville – Lloriqueó lanzándose a los brazos de su doctor


El menor buscó los labios y beso al mayor con desesperación.

Dolor mucho dolor fue lo único que le pudo transmitir. El doctor correspondió abrazando la espalda del menor con fuerza como si con eso pudiese extirpar la tristeza de su pequeño amor.


- ¡¿Qué es esto?! – Gritó Amanda una vez que abrió la puerta del pasillo que daba a la cocina




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