Dr. Finnish - Capítulo 5: ¿Curiosidad o Cordura?

- Grandísimo idiota- murmuró dejando que el agua de la ducha lo mojara y recorriera su cuerpo desde la nuca, intentando de que limpiara su idiotez.

Matt se había ido poco antes de la ocho de la noche, se habían quedado hablando un buen rato y Jake embelesado por su sonrisa tan real. Cuanta idiotez hormonal de su parte, apenas podía contener las ganas de golpearse la cabeza contra la pared de la ducha. Sólo agradecía a quien sea que fuere su ángel guardián por no haber hecho una tontería como cuando estaba con el doctor Valo. Necesitaba autocontrol, no podía seguir así. Jamás se había sentido así de abrumado, las hormonas jamás lo habían traicionado de la manera que la hacían ahora. Maldita naturaleza.

El resto del día estuvo tan distraído y perdido, si no fuese porque ya no estaba solo gracias a que Matt ahora se hablaba con él quien tenía la gentileza de hacerlo volver al planeta tierra cuando volaba muy alto. Se habían convertido en la pareja gay para toda la escuela, esos idiotas no tenían mejor idea que andar viviendo de las vidas de los demás. Era lamentable tener que cruzar los malditos pasillos junto a Matt, mientras que todos les hacían comentarios o los miraban de reojo, no soportaba tanta idiotez. Fingía que no le interesaba nada de lo que decían para que Matt se sintiera más seguro estando con él. De cualquier forma, ambos sabían que no había nada más entre ellos que sólo un poco de una nueva amistad generada por la inseguridad y el compañerismo para no andar por la vida solos, además ninguno de los dos era homosexual. Ambos creían que la razón por la que andaban juntos estaba muy clara entre ellos, los demás creían lo que querían creer sólo para avivar un poco sus estúpidas e insípidas huecas vidas llena de emociones falsas y simples. Repugnantes.


Cuando el sábado llegó, Jake recibió un mensaje de Matt invitándolo a su casa a pasar la tarde ahí, lo pensó por un rato. Sabía que sus vecinos eran compañeros suyos de la escuela y que si iba los rumores y chismes se intensificarían, además no sabía de lo que ese chico era capaz de hacer estando a solas. Él andaba probando con tipos.

- ¡¿En qué carajos estaba pensando?! – Pensó

Él había besado a su doctor por un mal funcionamiento de su cerebro, y aún peor, cada vez que Matt le sonreía tenía sentimientos encontrados. Le mandó un mensaje a su mamá avisándole que salía con un amigo, y al final aceptó la invitación de ese chico a pesar de las cosas que se seguirían diciendo de ellos y con una extraña sensación de ir a la casa de un tipo que alguna vez estuvo con otro tipo.


Llamó a la puerta de una gran casa que correspondía con la dirección que él le había dado el viernes antes de salir de la escuela, una mujer de unos cincuenta atendió y lo invitó a pasar. Al instante Matt aparece por una puerta con su atractiva sonrisa, lo llevó consigo al piso de arriba. Su cuarto era bastante amplio, nada que ver con el de Jake que ha de ser una cuarta parte del suyo, y tenía un par de pufs frente a un gran LCD acompañado de consolas de juegos. En una esquina una pequeña estantería con libros y un escritorio con una computadora portátil encima, él era muy ordenado, no como el otro. Esas cosas no le importaban mucho a Jake, ya que tenía las luces apagadas la mayoría del tiempo.

Se sentaron en los pufs y se dedicaron a jugar con la consola todo el rato. Pero luego de tanta soda que había tomado, Jake necesitaba ir al baño, su anfitrión le indicó dónde quedaba.  Allí mismo, detrás de una puerta cerca de la cama, se encontraba el baño. Tomó un respiro mientras orinaba, le ardían lo ojos por jugar tanto había perdido la costumbre últimamente solo se dedicaba a dormir. Se enjuagó las manos y salió, Matt no estaba allí tal vez se había ido por algo para comer o tomar. Se volvió a sentar en el puf y cerró los ojos recostándose, estaba cansando pero al menos sus hormonas estaban tranquilas y habían dejado de fastidiarlo. Que molestia que había resultado ser, y él que se creía alguien con auto control.

- Oye ¿estás bien? – susurró Matt a su oído
- E… estoy bien – tartamudeó saltando de su lugar
- ¿Qué te pasa? – se burló
- Nada – aclaró la garganta enderezándose
- ¿Quieres comer pizza? Puedo llamar al deliveri…
- Ah… ¿ya es tan tarde? – miró el celular, eran las nueve y algo
- ¿Qué dices? – ladeando su cabeza haciendo que unas mechas de su flequillo rubio se vengan a su frente. El pelinegro lo miró fijo, estiró su brazo y despejó la frente del rubio. Su dedo anular apenas rozó la piel de la frente de Matt
- ¿Quieres quedarte a dormir? – esa melodía fina, suave y cargada de sensaciones reprimidas, llenó sus oídos
- Claro – fue capaz de decir con una voz insegura

Malditas hormonas, lo traicionaban nuevamente y el cerebro estaba perdido en los ojos color celeste del tipo a su lado. Idiota. Una parte de él sabía que debía salir de ahí, pero su instinto lo llevaba a otro lado. La curiosidad de saber que seguía lo estaba carcomiendo. El rubio se acercó a Jake con sus labios entre abiertos y una expresión que lo estaba haciendo perder la cordura. El ojiceleste se acercó a él, guiado por el deseo y el instinto. Sólo escuchaba sus pensamientos, sólo quería saber que se sentía tocar esa boca, sólo eso. Sus labios colisionaron suavemente, un beso tibio y tímido pero cargado de algo que no podía descifrar qué era. La lengua del anfitrión se infiltró por los labios ajenos causándole un nudo en el estomago. La humedad y el sabor a soda de Cola de su boca se fusionaron con los fluidos de la boca de Jake, que no respondía a los movimientos de la otra, moría de ansiedad. Sintió sus manos tocar sus rodillas que apuntaban hacia él, respiró hondo estaba volando mas lejos de lo que jamás había volado. No es como si jamás haya tenido relaciones, pero era la primera vez que se sentía tan abrumado por esos deseos tan primitivos.

- ¿Qué me pasa? - Pensó

Estiró una de sus manos y tomó por la nuca con delicadeza a su compañero, abriendo más su boca para tomar el control de ese beso. No podía creer que se sentía como idiota con solo un beso. Ahora tenían el mismo ritmo. Su excitación crecía y el poco juicio que le quedaba, comenzaba a nublarse. El rubio acercó su cuerpo, ambos tendidos en el puf besándose y comenzando a achicar el espacio entre ambos cuerpos. El pelinegro podía sentir que el otro comenzaba a excitarse, estando tan cerca era imposible no notarlo. Matt se puso a frotar moviendo sus caderas, dejando la boca y tomando el cuello, de Jake, con esos labios que producían esa embelesadora sonrisa. La respiración del pelinegro se hacía pesada al igual que la del otro, no podía seguir conteniéndose pero tampoco quería seguir con el siguiente paso. Le daba miedo, pero estaba tan embriagado por esa pasión hormonal que aunque su cerebro dijera que debía irse, su cuerpo sólo se movía para buscar más placer. En un momento Matt se deshizo de su camiseta y se puso a mordisquearle los pezones, lo sentía tan bien que hasta llegó a odiarse por sentirse así con un tipo. En su cabeza se desataba una guerra de principios y deseos, mientras que ese rubio poseedor de una hermosa sonrisa que lo atontaba cada segundo no dejaba de ponerlo más y más caliente.

Con una de sus manos tiró de la cabellera dorada con suavidad sólo para que el otro lo mirase a los ojos, no quería ir más lejos, pero aun así quería saciar ese deseo.

- ¿Crees qué sería mejor si sólo nos masturbamos? ¿o tal vez… quieres que juegue con mi boca? – el rubio obsequio una media sonrisa que hizo que se le erizara la piel.
- ¿Con la boca? – Preguntó incrédulo
- No te preocupes… sé cómo hacerlo… - afirmó acariciándole el vientre poco arriba del cinturón
- Está bien… - susurró sabiendo que ya no había vuelta atrás de lo que su compañero estaba por hacer.

Sabía que si realmente disfrutaba tener sexo oral con un hombre las cosas tomarían un camino diferente en su vida. Estaba nervioso y asustado cuando lo vio quitándole el cinturón y desabrochándole el pantalón color azul que llevaba. El rubio regó besos por su vientre desde el ombligo lamiendo cada vello hasta llegar a la orilla de sus bóxers, le dirigió una mirada que lo inquieto, lo intimido. Con la mano derecha tocó sin pudor su pene sobre la tela, ese joven cuerpo se tensó. Con lentitud y gracia fue sacando su miembro que estaba hinchado y del doble de su tamaño normal, tragó saliva y relamió sus labios. Lo deseaba. Necesitaba sentirlo y la espera lo estaba torturando. Con una sonrisa tímida, rozó su lengua empapada en saliva contra su pene que al estar lleno de pequeños nervios se sintió bendecido por esa caricia húmeda. Esa boca envolvió su extremidad luego de haberlo lubricado con baba, se sentía genial y el rubio lo hacía tan bien.

- ¿Hermano podrías… - Una figura masculina entró al cuarto y se quedó parado en la entrada.

Los tres quedaron pasmados por la situación, pero enseguida el pelinegro se acomodó el pantalón y Matt se levantó corriendo a la puerta

- Deberías golpear primero – dijo seco empujando al otro fuera. En cuanto cerró la puerta, ambos dejaron salir un suspiro ahogado.
- Iré al baño y luego me iré… - dijo refregándose las sienes
- No… espera… no puedes irte así. No pudiste venirte ni una vez, tienes que dejarlo salir… - suplicó arrodillándose junto al pelinegro
- No importa. Creo que es mejor que me vaya
- Bien… Discúlpame por mi estúpido y retrasado hermano – rezongó poniéndose de pie – De verdad lo lamento, Jake…
- Te dije que no importaba – sonrió a pesar del dolor de cabeza, reprimirse así de rápido le había dado jaqueca – creo que ahora soy el menor de tus problemas… - torció la boca y se puso de pie.
- Mi hermano es un idiota… realmente no es problema para mí lo que él crea de mi o no – se encogió de hombros extendiendo en una de sus manos la camiseta negra del otro.
- Gracias… - contestó en voz baja desviando la mirada

El anfitrión lo acompaño a la puerta de la casa descalzo y con una camisa con los botones sin prender.

- Lamento lo de mi hermano… - bajó la mirada cruzándose de brazos, estaba fresco afuera.
- Tranquilo – le sonrió extendiendo su mano para arreglarle el flequillo. Se le quedo mirando fijo, así como lo había hecho antes.
- Gracias por haber atendido a mi invitación, Jake – sonrió, maldita sonrisa cautivadora
- A ti, por haberme invitado… Nos vemos, el Lunes
- Claro… - sonrió alcanzándole con sus largos brazos.

Un abrazo. Hacía bastante que nadie lo abrazaba. Y Matt se sentía tan cálido y sincero. El rubio lo despidió rozando sus labios. Jake se fue caminando como si no tuviese rumbo, la cabeza se le partía en dos y aún debía volver a casa. A su mamá no le agradaría enterarse de que andaba por la calle luego de las nueve, era sobreprotectora y tradicionalista. Si tan sólo supiera que su hijo andaba ligando con tipos. Se sonrió ante ese pensamiento como un maldito niño arrogante, mientras doblaba la esquina. Había bastante gente deambulando por la calle, los bares y restaurantes estaban poblados, suerte por esos que podían divertirse con amigos esa noche. Con las manos en los bolsillos siguió su camino bastante apresurado, no quería cruzarse con ninguno que conociera de la escuela o algún camarero amigo de su mamá. Llegando a casa saludó a una vecina que se cruzó en el elevador y con los ojos entre abiertos entró al departamento. Todo estaba silencioso, últimamente su abuela dormía mucho debido a su enfermedad neurológica. Enseguida se amargo más cuando la vio dormir en su cama, muchos pensamientos se le cruzaron por la cabeza. Tenía hambre y después de tomar unas porciones de tarta del refrigerador y un poco de jugo se encerró en su cuarto. Aun no entendía cómo había terminado en esa situación con Matt, sentía que había sido estúpido y se sentía estúpido con sólo recordar lo bien que se había sentido. Se sentía bastante cansado y la cabeza no le dejaba de maquinar, otra vez dominado por sus instintos primitivos. Pero no, no era lo mismo. Esta vez había ido más lejos de lo que jamás había imaginado. ¿Qué pensaba hacer con Matt? ¿Quería acostarse con él? ¿Acaso quería hacérselo como si fuese una de esas chicas con las que tenia sexo hace unos meses? ¿Qué pasaba con él? ¿Y desde cuándo que pensaba en tipos?

- Ah, claro. Desde que conocí a ese doctor fines - Pensó

Ese tipo le había llamado la atención desde un primer momento con sus largas y delgadas piernas, su sonrisa tan seductora; su engatusadora mirada que siempre lo miraba fijo y seguro; con esa embriagadora voz que con sólo recordarlo se le erizaba la piel; y ese acento que sólo lo hacía más exótico y llamativo; y su sabor. Ese sabor y su lengua y su tibieza. Recordó su beso. Mordió su labio inferior y llevó su mano derecha hacia la hebilla del cinturón. Recostándose sobre la cama, desprendió los pantalones con un poco de urgencia, lamió su mano derecha para lubricar su pene poniéndose cada vez más tieso. Con un movimiento de mano vertical fue excitándose, no podía dejar de recordar ese beso francés con el doctor y no pudo evitar desear que él fuese el que en ese momento se apoderaba de su pene. Contuvo los gemidos abrumados apretando los dientes, mientras que continuaba ese movimiento vertical más acelerado y con la otra mano masajeaba sus testículos para darse más placer. Se corrió, se vino en su mano pensando en su doctor.

- Yo… Soy tan repugnante.




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