Se dio una ducha fría para alejar los pensamientos raros de su mente, se sentía culpable. Se pensaba idiota, aunque había sido algo normal para un chico de su edad. Pero, masturbarse pensando en su terapeuta, eso era algo completamente estúpido para él. En cuanto salió del baño con la toalla en los hombros recordó a Matt, se sintió incomodo de sí mismo al ver su reflejo en el espejo. Había sido capaz de dejar que Matt haga esas cosas, y lo disfrutó. La culpa volvió a él, así como cuando Adán y Eva se percataron de la desnudez. Su gusto por los tipos ya no era un simple supuesto. Se metió en la cama pero no podía dormir, estaba completamente espabilado. Se escuchó a su mamá llegar al apartamento y fingió dormir, no quería verla estaba avergonzado de sí mismo y no podía con eso.
Ya salía el sol y Jake no había logrado conciliar el sueño ni un solo minuto, y en su cabeza una gran cuestión se empezaba a resolver.
- Buenos Días, Jake – la mamá alcanzándole una taza de chocolate caliente
- Hola… gracias – aceptó la taza y se sentó a la mesa - ¿la abuela?
- Hoy no es un buen día…
- ¿Estaría bien dejarla sola hoy?
- No lo creo… pero… pedí el día libre en el trabajo. Así que puedes ir a la escuela tranquilo – le sonrió con una cansada expresión
- Bien
Antes de irse, entró al cuarto de su abuela y besó esa mejilla arrugada pero ella sólo se acurrucó mas entre sus cobijas. Amanda de seguro le hablaría de llevarla a un asilo, y aunque la idea no le agradaba al muchacho, era lo mejor para ella y para ellos quienes debían de cuidarla cuando no se encontraba del todo lucida. Ahora sólo pensaba en su pobre abuela, al cruzar la calle no se fijó si algún auto venia hasta que uno se frenó de golpe a centímetros de su cuerpo. Miró el capo del auto un poco aturdido.
- Hey ¿Estás bien?
- Si… si… - levantó la vista para ver al conductor que bajaba del vehículo.
- Doctor… - dejó salir una voz llena de emoción.
- Ah, Jake. ¿estás bien? Discúlpame no te vi iba distraído, discúlpame – sonrió tomándolo por los hombros
- Ah… yo crucé sin mirar, perdón
- ¿Ibas a la escuela?
- Si…
- Sube que te alcanzo, así no correrás más peligro al cruzar la calle – le reprochó arrastrándolo al auto que parecía un clásico Ford Mustang color blanco y negro de 1969
Sin resistencias el menor subió al auto, se sentía un poco incómodo en cuanto se percató de que estaba a su lado. Jamás se había sentido incómodo con alguien así como cuando estaba con él. Lo observó de reojo, estaba usando sus lentes se veía tan intelectual con ellos, además olía tan bien. Prestó atención a su mano manipulando la palanca de cambios y su curioso mirar se clavó en el muslo de su chofer, para luego ir subiendo hasta su entre pierna. Desvió la mirada cuando el mayor metió cambios de nuevo. ¿Incómodo? Vergüenza era lo que estaba sintiendo. Y ahí estaba Jake, en el auto de su terapeuta, con la mirada en su ingle.
- Que idiota. – Se maldijo para sus adentros
- ¿Sucede algo, Jake? – la voz lo sacó de sus pensamientos homosexuales
- Ah… no en realidad
- Estas muy distraído
- Es que no dormí
- ¿Algo te perturba?
- Oiga… no estamos en terapia – Se burló
- Ah, eso es cierto. Pero cuéntame si algo te molesta
- No, no es nada
- ¿Estás seguro? – se paró en el semáforo y miró al menor – Bonito chupón el que tienes ahí – se burló señalando su cuello
- ¿Qué? – se avergonzó sintiendo el calor tomándole la cara. Valo rió con su torpe y grave voz, era tan embriagador escucharlo
- Ah que bueno es ser joven – dijo poniendo en marcha nuevamente
- No sé cómo pasó eso… - murmuró el menor completamente avergonzado
- No te sonrojes no es algo de lo que debas avergonzarte. Todos alguna vez tuvimos uno – rió acelerando al ver el semáforo en verde - ¿Cómo has estado luego de tan abrupto cambio de amistades?
- Estoy bien, a decir verdad. Hay un chico, hemos estado hablando estos días.
- Ah, eso suena como un gran avance para ti – sonó muy interesado
- Si… lo descubrieron como gay y sus amigos no le hablan. Y yo solo traté de consolarlo – rió tratando de esconder su cara
- Ah… ¿Y eso pasó en estos días?
- Si… fueron muchas cosas – dijo recordando esa situación incómoda cuando el hermano de Matt entró al cuarto.
- Te noto diferente, puede ser que sea por ese muchacho – se burló – Llegamos
- Ah… gracias por traerme, y perdón por haberte causado ese problema en la calle
- No te preocupes por eso, Jake. Es mi culpa por no prestar atención – sonrió dándole una palmada en el hombro izquierdo – Nos vemos la semana que viene y llámame si necesitas hablar conmigo
- Si, gracias. Adiós
Se bajó del auto y lo saludó con la mano cuando el doctor se alejaba por la calle. El roce de esa mano sobre su hombro permanecía intacto y el eco de esa voz, un tanto torpe pero con una sensualidad que jamás había conocido, resonaba en su tímpano como el campanario de una vieja y gran iglesia que esparce su sonido a lo largo de una pequeña y rustica ciudad catalana. La pequeña ciudad llena de plebeyos creyentes era Jake, quien fácilmente encontraba la belleza en un sonido tan peculiar. Se dejó llevar caminando como zombi hasta el salón de clases antes de que el timbre sonara, tantas cosas pasaban a su alrededor y él las sentía tan distantes. Y estaba inquieto, quería salir corriendo y preguntar a alguien más allá de los cielos si estaba bien sentir lo que sentía y pensar lo que pensaba. Mientras la clase comenzaba, su mente viajaba fijándose en las posibilidades de sus decisiones. ¿Acaso lo que había pasado con Matt debía contárselo al doctor Valo? ¿Cómo lo tomaría él si se lo dijese? Además luego de que le haya robado un beso como una adolescente en busca de que correspondan sus sentimientos idiotas e infantiles. Apenas si podía comprender lo que pasaba por su cabeza en estos últimos días. Como antes, la comida no importaba, la soledad ni las tareas. Solo quería comprender qué era lo que le pasaba, aunque no era la primera vez que se sentía con ese tipo de incógnitas.
Miró a su alrededor, el lugar de Matt estaba vacío, al parecer no pensaba asistir. El bullying en la escuela era de lo peor y más si tus propios amigos estaban en tu contra. Observó a Jamia muy melosa con su novio Tabo, ella había esparcido el rumor de que era gay aun cuando él le dijo que no estaba seguro. Haber dejado de lado esa amistad había sido la mejor idea ¿cómo podría considerar amiga a alguien tan rencoroso? Tal vez él era el solitario pero ella era quien pedía a gritos atención y que la amasen. Que niña tan débil. Ella sabía de sus problemas y aun así le hacía eso. ¿Tan egoísta podía ser?
En el receso, estaba guardando unos libros en el casillero cuando unos chicos lo tomaron por sorpresa lanzándole condones usados.
- Quédatelos, si tanto te gusta el semen, putita – se burló un rubio bastante alto de buen físico
- Apuesto que te gusta tragártelo todo ¿no? – dijo otro con una lasciva sonrisa en su cara
- Tienes cara de que te gusta por atrás, Jake – espetó uno a su oído
- Se tomaron el trabajo de llenar esos condones… - dijo quitándoselos de la ropa – Debo ser muy importante para ustedes muchachos – esta vez él se burlaba de ellos
- ¿Importante? No eres más que una putita – Dijo el de la sonrisa malvada
- Igual que muchas en la escuela y ustedes andan tras ellas
- Hey! No te quieras hacer el listo, putita. Solo tú y ese Matt son los enfermos que les gusta los penes. Nosotros no estamos enfermos como ustedes dos, putita – explicó el alto rubio
- Entonces estaba equivocado, discúlpame Max. – trató de irse pero ese tipo lo tomó de la nuca y lo arrastró a lo largo del pasillo mientras Jake se resistía a ese agarre – ¡Miren muchachos! ¡La putita de la escuela se ofrece a ligar a quien quiera un poco de placer! – Era tarde, ahora se venía algo feo.
- ¡Cierra la boca, Max! – trataba de zafarse sacándose el uniforme, pero el de sonrisa infame, Greg ese era su nombre, lo levantó y lo alejó de Max.
- ¿Qué haces idiota?
- Yo lo llevo por ti… llamaras demasiado la atención de los profesores ¿Acaso eres tarado?
- Ah… - rió – ¡Cuando puedes usas la cabeza Greg!
Lo llevaron a escondidas al piso superior, la terraza. Steve, uno de piel morena y cabellos negros tan atlético como los otros dos, se quedo mirando por la escalera de emergencias, Max ordenó a Greg a que sostuviese a Jake arrodillado. El rubio se paró frente a él, bajó su cremallera y sacó su miembro. Estaba perdido, ese tipo metería su cosa en su boca y viviría algo horrible y todo por no cerrar la boca.
- Con que te gusta andar abriendo la boca ¿no? – Blasfemó metiendo el pene entre sus labios, mientras el otro sostenía su cabeza y tiraba de sus cabellos fuertemente – Eso te ganas por bocón, Putita.
Sus estocadas eran tan violentas y profundas que sentía que se asfixiaba, y a causa de eso unas lágrimas salían de sus ojos. Entre medio de sus risas y groserías dedicadas a su persona sentía poco a poco un liquido salado y amargo verterse por su garganta, se ahogaba con el semen de su agresor.
- Te ves tan lamentable. Supongo que no volverás a abrir la boca ¿verdad, Putita? – le susurró el rubio sacándole el pene de su boca.
Greg lo soltó tirándolo al suelo con violencia, el menor solo tocia para recuperar el aire. Si, daba pena. Y estaba comenzando a odiarse demasiado.
- Vámonos antes de que suene la campana – dijo Max acomodándose los pantalones
Se fueron dejándolo rendido y recuperando el aliento ahí en el medio del sol de la terraza. Si no hubiese abierto la boca como naturalmente lo hacía, no se sentiría tan basura en este momento, pensó. Era imposible pensar en terminar la escuela en un lugar con gente tan mierda como este, pero era demasiado tarde para cambiarse de escuela, además no podría contarle eso a nadie. Se secó las lágrimas, escupió el semen de su boca y luego se pasó la mano por los labios para sacar el resto de ese liquido de su delicado rostro. El resto del periodo se quedo ahí, durante dos horas durmiendo en la terraza, bajo el sol de otoño. Tenía hambre pero no se atrevería a bajar y dar la cara, se sentía muy humillado quería desaparecer. Observó cada ave volar y a los estudiantes caminar por el patio para tomar sus clases de atletismo. Pero sólo se lamentaba y lo único que quería era ir a casa y esconderse ahí por toda su vida.
- ¿No piensas ir a tu casa? – dijo una voz sacándolo de su sueño. Conocía esa voz pero no recordaba de quien era.
- ¿Qué hora es? – murmuró tratando de abrir los ojos
- Son las cuatro y cuarto. Todo el mundo ha ido a casa
Abrió sus ojos y vio a la persona que le estaba hablando. Ese tipo lo miró fijo con una cara inexpresiva, estaba de cuclillas junto a él. Se sorprendió, se volvió a sentir humillado al ver su cara, era Greg, el de sonrisa vil y arrogante. Desvió la mirada y se puse de pie, tomando la mochila caminó apresurado a la puerta de salida.
- ¡Espera! – chilló corriendo tras el ojiazul, quien hizo como si no lo hubiese escuchado y siguió. Bajó las escaleras tan rápido como podía.
- ¡Te dije que me esperes! – largó en voz alta.
Entonces se giró para verlo, Greg se apresuró por bajar hasta donde el ojiazul estaba. Estaba humillado y enojado con él y sus idiotas amigos, pero si se hacia el difícil tal vez le ocurriría algo peor.
- ¿Qué? – dijo finalmente
- ¿Por qué no bajaste?
- ¿Estás hablando en serio? – rió irónico – Luego de lo que me hicieron… ¿Me lo preguntas en serio?
- Creí que eras más fuerte que eso
- ¿Lo dices por qué todos dicen que soy gay?
- Si no hubieses hablado, Max no hubiese sido tan rudo contigo.
- Ustedes son tan lamentables… - observó esos ojos negros penetrantes, estaba inquietándose así que se giró y siguió su camino escaleras abajo. Sintió pasos tras suyo.
- No soy como esos dos… pero se aparentar muy bien
- No me interesa – le dijo
- Si te mantienes callado él no te hará eso otra vez. Sabes que con el tiempo se le pasará y se entretendrá con otro chico…
- Entonces será sencillo para mí ser sumiso ¿no? – se rió, estaba muy molesto ¿qué buscaba ese tipo?
- Sólo trato de ayudarte…
- ¿Ayudarme? ¿Ayudarme luego de haberle ayudado a ese idiota a someterme? Ah… ¡Qué buen tipo eres! – las escaleras terminaron y caminaba por los pasillos, no había nadie.
- Te dije que no soy como ellos…
- Sí… y que sabes aparentar muy bien… ¡Te felicito por eso! – salió corriendo a la salida del edificio
Corrió hasta llegar a la casa, y en cuanto su mamá lo vio con manchas en el uniforme comenzó a molestarlo con sus preguntas. Le mintió diciéndole que solo era comida, que se había tropezado con un compañero en la cafetería y se habían cubierto de comida. Ella sólo lo miró cuidadosamente hasta que se encerró en el baño donde estaba la lavadora que programó para que limpiara el uniforme escolar mientras él se daba un baño.
Era media noche ya, estaba sentado en su cama terminando de hacer unos cálculos y su madre se mete en el cuarto.
- Tu abuela ya se durmió… ¿Cómo estás?
- Bien…
- ¿Haciendo la tarea?
- Si
- ¿Cómo estuvo tu día?
- ¿Decidiste algo con respecto a la abuela? – dejó la carpeta de lado para prestarle atención a ella
- Encontré un lugar… tu tío nos va ayudar a pagar.
- ¿Peter va a ayudar? Eso sí que es una novedad
Su tío no había querido hacerse cargo de la abuela y ya hacía cinco años que no la veía ni llamaba, y ni siquiera mandaba dinero para ayudar a la madre de Jake.
- Sé que no la ha visto hace tiempo… pero es su madre al fin y al cabo y ella está enferma. Acordamos pagar mitad y mitad de la estadía de la abuela. Él consiguió un lugar, como es doctor tiene contactos y la atenderán bien
- Espero que sea así. Si es así me parece bien. Iré a verla seguido para que no se sienta abandonada en sus momentos de lucidez
- Si… iré contigo a verla
- Estoy cansado, mamá…
- Si… que descanses – le sonrió y se fue.
Otra noche de insomnio para él, a pesar de que su abuela estaría en un lugar donde podrían atenderla bien su cabeza estaba enfocada en otro lado. Debería estar pensando en su abuela quien tanto lo ha cuidado y amado – o al menos eso creía él - pero la situación que había vivido esa mañana se repetía una y otra vez en su mente. Se sentó en el escritorio y se puso a adelantar ensayos que debía entregar dentro de semana y media. Nunca se había esforzado tanto en entregar los trabajos a tiempo y en forma, pero eso era lo único que lo alejaba de los problemas con las personas y la cuestión de ser o no ser lo que al parecer era.
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